domingo, 15 de julio de 2012

Vida triste 2.0

¿Se acuerdan del furor de Fotolog, allá por el año 2006 o 2007? Era todo tan inocente. Subías una foto y tenías un par de pelotudos comentando cosas random que te hacían sentir lleno, popular si se quiere. Era sano, era divertido. Era ir a un cyber un sábado a las 5 de la tarde y loguearte desde una pc con cáncer para ver un inmundo comentario que te sacaba una sonrisa.

¿Quién pensaría que algo tan inocente iba eventualmente a engangrenarse con idiotas llenos de inseguridades y carentes de afecto que se sentían amados por las masas al formar parte de la lista de Amigos/Favoritos (F/F) de muchos idiotas con la misma carencia afectiva, con las mismas inseguridades, pero con menos lameortos atrás?

De ahí surgieron los floggers. Cómo olvidarse, no? Pilas y pilas de infelices jugando a ser populares, vestidos de lisérgicos astronautas bajando las escaleras del Abasto Shopping como una cascada de cucarachas.
Lo inocente que era tener un fotolog se convirtió, entonces, en una competencia non-sense entre muchos jóvenes que sólo querían más y más lameortos pisandoles la sombra.

Es algo de lo más triste que la juventud se sienta querida por cosas tan efímeras como el número de seguidores.

De toda esta inmensa bola de egoncentrismo infundado surgieron después pseudo-celebridades de fugaces famas como Cumbio. Una gordita que vendía humo haciendo alarde de su supuesta bisexualidad. Porque claro, en ese entonces era re transgresor que una adolescente saliera en la tele diciendo que no le gusta sólo la chota. Re garpaba vender eso.


 "Si me gané a estos pelotudos diciendo que me cabe la cueva y el chorizo, y Nike me paga por usar zapas de colores tan enormes como horrendas, no tengo nada que envidiarle a Galeano, así que voy a escribir un libro..." pensó la gordis. Bueno, en realidad no lo pensó tan así, porque es impensado que conociera al menos el nombre de pila de Eduardo Galeano. Pero en fin, pensó algo así reducido al raciocinio de una ameba patrocinada por Nike y escribió un libro. "Yo, cumbio: La vida según la flogger más famosa del país...". Más humo que un telegrama indígena. ¿Cuál fue tu mérito para proclamarte la más famosa del país? Está bien, lo fuiste. Pero, ¿no te parece demasiado arrogante ponerlo en la tapa de tu libro?

En otro orden, ¿Cuánto puede saber de la vida una mocosa de 17 años cuya fama fue ameritada por NADA? Lo único que hizo fue desvirtuar una de las primeras redes sociales masivas, populares en este bendito país. Pasó de ser una tarde de cyber a ser una competencia de pseudo-popularidad sin escalas. Una competencia sin sentido, una búsqueda incansable de afecto 2.0. Millares de comentarios spam en todos los guest-books existentes, cada vez más "personificados" y, paradójicamente, cada vez más sistematizados y monótonos.

Como era de esperarse, todo lo que sube tiene que bajar (*se convierte en un abuelo*). La moda fotolog si bien tardó más de lo normal, empezó a desaparecer, y la vida adolescente 2.0 se mudó a Facebook.

Se me ocurre que la gran cantidad de variables que brindó siempre Facebook para establecer vínculos sociales hizo que no fuera tan evidente la competencia por ver quién era más popular. O al menos no al principio. Recién en los últimos años se empezó a ver a los idiotas que no superaron la muerte de Fotolog pidiendo Likes en sus fotos. Porque cuanto más likes tiene tu foto, más atractivo sos, no importa que tengas una cara de verga impresionante. Lo que importa es el numerito de pulgares para arriba, o no?

En fin, no voy a extenderme hablando de una red social que, según predicen, va a desaparecer en 7 años.

El ciclo de la socialización 2.0 se mudó, varios años después, a Twitter. Una red de microblogging bastante incompleta, pero que dándole una segunda oportunidad, resulta tan divertida como útil.

No vine acá a tirarle flores a Twitter, a pesar de mi casi-adicción. Vine a escribir mi punto de vista sobre los carentes de afecto en la web, y por eso continúo. En los últimos meses la popularidad de Twitter entre el pendejerío estalló, y esto trajo aparejado a los mismos idiotas que iban al abasto, que mientras piden likes en facebook, desarrollan una logística sumamente burda y pelotuda para llenarse de seguidores. Para sentirse queridos, entendés? Porque si tenés 10 mil seguidores, seguro sos re lindo, re interesante y re inteligente.

Entonces estos idiotas desarrollaron la táctica Follow-Unfollow. Consiste básicamente en seguirte esperando que les devuelvas el favor, para dejar de seguirte más tarde. Entonces si seguis a poca gente y te siguen 5 cifras de usuarios, seguro sos RE interesante. No tiene mucho sentido, no? Te voy a seguir si lo que escribis me gusta, me sirve o me interesa. El Follow no es un contrato, no es un préstamo de plata. Si te la pasas contando cada cosa que haces con tu vida de mierda de forma convencional, ¿por qué carajo debería seguirte?

A ver, separemos los tantos (*Digievoluciona a bisabuelo*): Está perfecto llenarse de seguidores que se interesan y se cagan de risa con las pelotudeces que escribís. Twitter está lleno de gente que no deja de sorprendernos con la capacidad de meter toneladas de creatividad en 140 caracteres. En otro aspecto, está perfecto tener una cuenta en Twitter, por ejemplo, para informar a los demás. La excepción a esto último es el pelotudo de Ernesto Arriaga.

Está buenísimo recibir un feedback positivo de la gente que te lee, pero no nos comamos un estrellato que no existe. Tener 20 mil seguidores que no dejan de halagarte por tu creatividad no te da derecho a creerte una celebridad. Tus 20 mil seguidores no te hacen mejor persona ni más inteligente. Sólo más popular.

Y como quedó demostrado en todos los casos antes mencionados, la popularidad desaparece tarde o temprano.


Los millares de followers que tenés no justifican tu arrogancia, pelotudo. ¿Qué vas a hacer con tu vida cuando Twitter pase de moda?